Los del Cholo sucumbieron por su pobre defensa y su falta de centro del campo en Mestalla. Doblete de Duro y gol de Javi Guerra, que completó un partido excelso. Gravísima lesión de Lemar.
Diecinueve días después, el Atlético se había quedado sin fútbol. Porque de Vallecas a Mestalla el mercado de fichajes cerró sin que llegara el 5 prometido, De Paul cayó bajo el Virus FIFA sin el regreso aún de Koke y se vendió a Carrasco. Demasiado para el karma. Una planificación deportiva peligrosa al borde de la temeridad. Para fiesta de un Valencia que luchará por la permanencia, como clama su presidenta, pero corriendo sobre piernas jóvenes y vigorosas que miraron de frente, o más bien en picado y con agua y jabón, a uno de los aspirantes al título. O supuesto, porque tras la tarde de ayer, hasta ese adjetivo delante le queda grande al Atleti. Más lo hizo el partido.
Porque Baraja ha hecho virtud de la necesidad y de su chistera no han dejado de salir chicos que no solo suben sin miedo también lo hacen con ganas de arrancarle el gris de los últimos años al Valencia, a Mestalla. Un Valencia que cayó con toda su juventud sobre un Atlético que nunca se presentó en Mestalla. O si lo hizo fue para pasar un sábado al sol, contemplativo, porque lo de jugar a fútbol ayer no iba con ellos. Los rojiblancos eran bultos, sombras, objetos sobre Mestalla no identificables, mimetizados con la hierba, de estreno de esa tercera equipación que se confundía más con el verde que la primera de siempre con la camiseta del Valencia, y que, otro partido así, y va camino de meterse en un armario para no volver a salir. Todo fue un drama. Cayó con todo el Atleti por su falta de centro del campo y su defensa formada por madres, a tres días del inicio de Champions y una semana de recibir al Madrid. Muy bien todo.
Lo único que tuvo que pasar es que Hugo Duro respirara el área de Oblak y le saliera colmillo a su sonrisa. La hierba, que en el fútbol tiene recuerdos como la piel, a los pies del esloveno comenzó a temblar. Cuatro minutos decía el reloj, pero es que el Atleti se había presentado en Mestalla como si acabase de comerse un cocido, lento, pesado, sin que las piernas le dieran. No le dieron a Azpilicueta para taponar esa conducción de Canós por la izquierda ni su centro a Duro, que mientras entraba a placer le hacía una foto a Witsel, un caracol de 34 años que defendía a dos metros. El gol dio alas a un Valencia que ya había comenzado el partido robando balones y mirando todo el tiempo a la portería de Oblak y su defensa formada por Madrid. Los de Baraja eran balas que picaban como avispas. Pero es que Javi Guerra es un escándalo, todo personalidad, madurez y potencia. A su lado, Pepelu dirigía, Canós tunelaba pasillos interiores y el Valencia se asentaba cómodo con y sin balón. Enfrente no tenía rival, como si su defensa de blandiblú y su falta de centro del campo fuesen arenas movedizas que se comieron todo lo demás. Siempre demasiado atrás, siempre demasiado tarde, siempre lejísimos de sí mismos, de lo que Vallecas fue.
Lemar: mano arriba con alarma y camilla
Si el Valencia era todo energía, el Atleti era todo dramas. Llorente, Lemar y Savic estaban pero solo como bultos aunque llevasen botas de fútbol. Y, claro, Hugo Duro, volvería por el área de Oblak como quien entra en su casa. Pepelu robó en campo propio y prolongó para Fran Pérez que recorrió la hierba como si fuesen las aguas del mar Rojo, sin oposición, para asistir a Duro que se presentó ante el esloveno pidiendo su merienda y su bata con los pies sobre la mesa tras soltar un zurdazo a la red. 2-0. En la foto de nuevo Witsel y un Hermoso en uno de esos días de errores sonrojantes.
Cuando llegó el descanso, Simeone ya había cambiado el sistema sacando del banquillo a Galán para ponerlo en la defensa y adelantar a Witsel con Barrios y había visto a Lemar caer de un salto sin volver a moverse salvo para levantar la mano con alarma de grave lesión. Llamativa, por cierto, la ausencia de Lino. Con molestias esta semana, al final viajó pero solo para ver fútbol desde el banquillo, cuando su entrada hubiera podido aportar, al menos sangre, pulsaciones, algo, que volvía a Mestalla.
La segunda parte llegó con Correa y Nahuel pero el Atleti seguiría en el partido como si nada fuera con él, como si el fútbol fuese un idioma marciano ininteligible, en la peor versión de sí mismos con el Valencia flotando alrededor. Era el 53′ cuando Javi Guerra le bajaba el telón al partido con una jugada en la que volvió a hacer fotos de todo rojiblanco al que se encontró, y fueron muchos, porque Hermoso, Witsel, Llorente y Savic le rodearon pero solo para sacar sus perfiles de madre mientras se dirigía al área de Oblak para amagar un disparo con la izquierda y recortar y chutar con la derecha. 3-0. Delirio en Mestalla (solo enturbiado por una lesión, pinchazo atrás, de Canós). El partido se acabaría aunque aún quedaran treinta y siete minutos. Pero el Valencia ya no tendría que jugar más. Y el Atleti en realidad nunca lo hizo en Mestalla. Tocado y hundido. Y sin centro del campo. Con lo que viene.